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La comunicación en Navidad y el perro de Pávlov

La comunicación trata básicamente de empujar a los demás a hacer algo que tengo pre-diseñado o pre-definido. La comunicación es un acto fundamental y humano que pasa independiente de si te das cuenta o no. Cuanto más te des cuenta de que está pasando, más control podrás tener sobre lo que ella te incita a hacer, porque la mayoría de las veces serán nuestras respuestas automatizadas y no reflexionadas las que nos lleven a consumir.

Las época de fiestas (Navidad, Reyes, Fin de Año), es una época en que todo el bombardeo de comunicación consumista sale a la palestra, para ir a por ti y a por tus neuronas. Hay una serie de elementos orquestados y pre-diseñados que están buscando respuestas en ti.

Las fiestas que incluyen el ir y venir de regalos se han convertido en un icono de nuestra época hiper consumista y no está de más reflexionar al respecto, porque la distancia y la observación es la única manera de desengancharse de las adicciones. Puede que consideres que la palabra «adicciones» para referirse a las fiestas sea algo exagerada y puede ser, pero sirve como imagen visual para definir el terreno en que entramos. Aquí te detallo los paralelismos:

1. Despiertan tu ansiedad, tienes que comprar/consumir

En la época pre-navideña incluso las personas austeras, medidas y que no les gusta comprar (como me pasa a mi), tenemos la necesidad de comprar algo porque el constante bombardeo te hace tener la sensación de que algo te falta, o te puede faltar.

2. Las estás esperando constantemente, se dibujan como un objetivo en tu mente

Una vez se ha instalado en tu psique ese objetivo, que en el caso de las fiestas es un objetivo temporal, tu mente queda como fija, como en un loop que la empuja a dar vueltas alrededor de lo mismo.

3. El entorno te empuja porque funciona como aliciente

En el caso de las fiestas, las luces de Navidad, nos sitúan mentalmente en el frame consumo-comprar. Aquí podemos nombrar los estudios realizados por el filósofo Iván Pávlov que consistía en darle a un perro un terrón de azúcar y hacerlo coincidir con el sonido de una campana para luego, quitar el terrón de azúcar y comprobar que, sólo con el sonido del silbato, el perro emitía la misma la respuesta de salivación… ¡Incluso sin que haya terrón de azúcar!

Esto es en sí fascinante, y de este experimento se pueden inferir un montón de explicaciones de por qué funcionamos o respondemos de determinadas maneras tan poco inteligentes a estímulos de compra y de consumo. Estos estudios son los que han servido para demostrar las respuestas condicionadas en donde la repetición sistemática de ambos estímulos (campana y comida) favorecen un tipo de comportamiento que, desde ya, está condicionado y dirigido.

4. El momento post es de bajón

Una vez pasadas las fiestas, como una vez pasadas las vacaciones, caemos en un estado muy similar al desgano y la depresión. Desde ya que no son estados depresivos ni patológicos ya que solo nos sirve el ejemplo para explicar el sentimiento que nos invade una vez pasó la euforia de todo (comer, consumir, comprar, regalar, ver familia, etc, etc, etc)

El momento posterior es una respuesta al momento inicial que nos indica que, cuanto más subimos, cuanto más nos inflamos, cuanto más alto nos encontramos; más bajo, rotundo y contundente caemos.

El catálogo de juguetes que se edita para navidad es un claro ejemplo de parafernalia consumista.

  • Generalmente nos lo regalan, nos llega por correo o lo podemos coger casi en cualquier tienda de juguetes.
  • Es un catálogo de más de 100 páginas cuyo coste de realización tiene que ser altísimo porque debe incluir la impresión y la distribución.
  • La cantidad de ejemplares que se editan no me atrevo ni a adivinarlo pero estamos hablando de que lo encuentras por todos lados y de que todos acabamos teniendo en casa 3 o 4 catálogos de esos.

A partir de ese “inofensivo” catálogo se desprenden unas respuestas nuestras (los consumidores). ¿Te acuerdas del perro del principio, no? Dime si te identificas con alguna de estas actitudes:

1. Se lo damos a nuestros hijos para que señalen los juguetes que quieren

De esa manera nos aseguramos de que siempre usen el dinero para comprar “cosas”. Nos aseguramos de que se muevan dentro del mundo de “juguetes” y no les damos la posibilidad de pensar en otro tipo de regalos.

2. En la escuela los niños hacen su carta a los Reyes recortando imágenes del catálogo

Esto debería estar prohibido por los motivos enunciados arriba, porque no es educativo y porque señala el camino para que el consumismo sea la norma y se instale para quedarse.

3. Compramos personajes de películas impresos en objetos

Lo más perverso del catálogo de juguetes es que está plagado de merchandising, esto es, productos licenciados. Encuentras los últimos personajes de la última película de Pixar en un sinfín de objetos y… ¿sabes como funciona ese mercado?

Los fabricantes de libretas (por ejemplo) compran el derecho a vender libretas con esas imágenes por las que pagan unos derechos de uso altísimos. El objeto libreta es sólo el soporte para esa imagen, es por eso que los objetos licenciados suelen ser de una calidad inferior ya que el coste que pagas es por usar esa imagen. Este ejemplo se ve claramente en los estuches de colores y rotuladores que son de licencias en que los lápices son duros y los rotuladores duran muy poco. Por el mismo precio puedes comprar materiales de calidad para dibujar, pero no es eso lo que te están vendiendo.

Las fiestas ya están aquí, con sus genialidades y sus aspectos más oscuros. Las hemos inventado nosotros y nosotros mismos podemos modularlas, filtrarlas, hacerlas más sostenibles y adecuarlas al momento evolutivo en que nos encontramos. Observa, reflexiona, actúa. Tú eres el cambio.

 

Carina Stinga

Estrategia, marca y comunicación 

Profesora UOC | Mentora BCN Activa

Como experta en branding y comunicación digital, acompaño a negocios, profesionales y PyMES a poner al día su visibilidad en internet para pasar de ser una marca indiferenciada a ser una marca que deja huella.

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