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Grafitis que cambian el mood
Los grafitis son una expresión de arte de calle, visual, alegre, a veces reivindicativos, en muchos casos teñidos de mensajes, posturas o reflexiones.
La historia del grafiti nace en la década de los 70 en un contexto urbano marginal como era Nueva York. Fue John Lindsey, el alcalde de esa ciudad quien prohibió los grafitis y esto, lejos de alejar a los artistas visuales, les dio un motivo aún más fuerte para seguir con su misión.
Para la década de los 80 los grafitis eran mucho más difíciles de ejecutar y los artistas se jugaban una temporada en la cárcel si eran pescados. Así y todo, el arte del grafiti llegó a las galerías de arte, desde donde han nacido iconos como Keith Haring o Jean-Michel Basquiat.
En Barcelona un bar es expresión de esta pasión por la creación visual, lo son las tiendas, los comercios, las franquicias. Hay muchas ciudades en el globo que pueden alardear de esto, sin embargo Barcelona tiene una consistencia visual para quien la visite que pocas veces encuentras en otros sitios. Aquí la creación visual es una apuesta de ciudad y todo se acompasa a esa pasión. Hay bares de diseño, franquicias de diseño, somos los reyes del visual merchandisign. Puedes ir a comprar fruta y que esa experiencia sea un paseo por una boutique. Esto es lo que me comenta mi mamá cada vez que viene de Argentina de visita, aquí no hay carnicerías, fruterías, colmados o charcuterías… ¡Aquí todo son boutiques! El género se presenta como si fueran perfumes. Estás inmerso en lo visual, en lo bonito, en lo perfecto.
Dentro de este contexto que os explico, hoy quería reflexionar sobre un espacio urbano como es la cárcel Modelo. Vivo a una manzana de allí y constituye mi geografía urbana habitual. Llevo veinte años en el barrio, la he visto montada, como una cárcel normal, sórdida y descolocada en el panorama de esta Barcelona amigable que os explico. La he visto decaída, con sus paredes corroídas, como colgada en el tiempo, lejana, inasible y ajena.
Os relato cómo ha sido su transformación en clave visual
1. Espacio en tránsito
Hace ya un año la cárcel Modelo dejó de ser cárcel para convertirse por ahora en un espacio en tránsito en la ciudad, un espacio que se recuperará para la ciudadanía, del que probablemente saldrán muchos emprendimientos de carácter social, privado, educativo, etcétera. Es un gran solar, de esos que ya no se consiguen en una Barcelona tan céntrica y cerca de la estación de trenes de Sants (una estación que te conecta con Francia, Madrid, Bilbao). Las expectativas urbanas son altas, la cárcel ha tardado treinta años en trasladarse y ahora es, literalmente, un espacio en tránsito.
Se ha abierto una escuela pública en barracones, la cárcel se puede visitar y está tal cual la han dejado. La visita es sórdida, las paredes rezuman tristeza, el espacio es lúgubre. Nada encaja con la Barcelona amigable de las tiendas boutique. Está desfasada y descolocada.
2. Grafitis que cambian el mood
Este pasado 2 de Octubre, este espacio icónico de la ciudad ha sido expuesto al arte urbano, callejero, pletórico y fresco. El Festival Us Barcelona ha traído durante 5 días a artistas de renombre internacional que han dejado sus creaciones en las paredes tristes de la cárcel. Fueron tres días diferentes en un barrio que, durante un tiempo, pareció capturar la esencia del Poble Nou y del Art District. Tuvimos deejays, bandas, música, cerveza tirada y mucha gente colorida, diversa, fresca.
3. Espacio visualmente domesticado
El Festival ha pasado pero los grafitis siguen en pie. Han cambiado la Modelo, han cambiado su aire, su esencia, su respiración. Si pasas por sus calles exteriores sigues viendo un edificio sórdido, con torres de vigilancia y alambres de púas para que no escapen los presos, pero ahora está plagado de colores, de intención visual, está conquistado y ha entrado en el código visual de Barcelona. Aquí amamos a través de lo visual y conquistamos a base de brochazos de arte.
La fuerza de la comunicación visual está cada día más demostrada, y esto me deja tres últimas reflexiones
1. Lo visual es escenario y escena
Aunque te parezcan formas, colores o algo inocuo, esas intervenciones visuales han cambiado el ambiente alrededor de la cárcel y han cambiado el barrio, el tono de las tiendas. Cuando paseas por allí, ya no vas rápido, sin nada bonito que mirar. Es bonito. Si te da un sol de atardecer, los grafitis son muchos más hermosos entonces.
2. Lo visual viste, comunica y cambia el sentido de un espacio
Desde que los grafitis han invadido las paredes, la cárcel ha perdido su sentido de cárcel y se ha convertido en un espacio amigable, un espacio que te pertenece y que no te resulta tan ajeno.
3. Lo visual crea un estado de ánimo
El buen rollo que da ahora pasar por la Modelo solo lo puedes constatar si has tenido la oportunidad de pasear antes por las calles exteriores de la cárcel, cuando era un espacio lúgubre. Piensas qué es lo que ha cambiado y te das cuenta que solo han sido esas formas y esos colores, esas inspiraciones visuales que todo lo llenan. Nada más ha cambiado.
Bienvenido a la era de la comunicación 360º, bienvenido a la era de lo visual por excelencia.
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