La práctica WOD (work on demand), se basa en el networking. Yo tengo, yo ofrezco y a la vez yo busco y necesito.Ya no podemos hacerlo todo. Las profesiones que hace 20 años tenían una globalidad y una coherencia en sí mismas, ahora se han convertido en una explosión de especializaciones.

Diseño gráfico es una de ellas. Su actividad clave es diseñar la comunicación visual. Esto puede aplicarse a empresas, corporaciones, campañas publicitarias, material editorial.

Hoy día es eso en esencia y mucho más en la práctica, sobre todo porque los materiales en los cuales viajan los mensajes visuales se han multiplicado. Y, claro está, que cada material tiene su propio ritmo, su propio contexto, su propio lenguaje.

La web

La aparición de la web ha abierto un nicho de mercado en que el diseñador tiene que organizar la estructura comunicacional y la experiencia de usuario primero para, en un segundo plano, diseñar. En un website priman la información y el contenido por encima del diseño y un buen diseñador sabe poner su arte en segundo plano para que esto pase. Cuando estamos frente a un proyecto web, se necesitan competencias organizacionales, saber ver el proyecto en global, saber interactuar con otros profesionales (webmaster o programadores) y, finalmente, saber guiar al cliente para ofrecerle una web útil y funcional a la vez que bonita. Un buen diseñador tiene que hacer mucha pedagogía y tiene que guiar al cliente hacia un producto que, muchas veces, no es el que el cliente tiene en la cabeza.

El video-marketing

El video es otro ejemplo de especialización en el mundo del diseño. El agregado del movimiento, el ritmo visual, el timeline y el sonido, son elementos que traen nuevas demandas a este material.

Hay que contar una historia, tener un recorrido y un guión que nos lleve narrativamente a algún sitio. A veces un video puede ser una “carátula”, como en las noticias o las aperturas de programas. A veces un video consiste en una animación y puede estar explicando un fenómeno. Cada tipología tiene unas características diferentes. En unos casos la fuerza visual está por encima del contenido, lo que queremos es atraer la atención a ese programa, por ejemplo, cuando hablamos de una carátula que presenta un programa nuevo en una cadena en medio de un rio de anuncios. En esos momentos el video juega al nivel visual de un anuncio. Es histriónico, dinámico y colorista. Quiero gritar y llamar la atención.

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Plataformas de gamificación

El diseño de juegos y con ello de plataformas de gamificación es otro gran nicho de especialización para un diseñador. Estamos frente a una pieza gráfica que requiere una navegación y experiencia de usuario para que quien interactúe con ella sepa encontrar “los botones que hacen cosas”. En este punto prima que sea intuitiva, algo que Apple ha dejado como legado para todo diseñador que se precie de tal. En un segundo plano tienes el contenido, ya sea el juego, los personajes, los escenarios o lo que sea que pase en ese juego. Un proyecto de este tipo requiere contar con un equipo muy dispar de profesionales que deberán llegar a acuerdos, saber pactar y saber comunicarse entre ellos para organizar el flujo de trabajo. Habrá áreas que se podrán trabajar en paralelo, o profesionales que podrán ir más por libres, pero siempre hay un perfil que lo aglutina todo, que está por encima del proyecto global y que de hecho, lo tiene en la cabeza. Contar con un diseñador con grandes dosis de organización y con un perfil ejecutivo en proyectos complejos es un valor añadido que asegura que el proyecto llegue a buen puerto.

Las apps

Por último me queda nombrar las apps digitales, todo un mundo nuevo para un viejo diseñador.

Si bien el diseño entendido como comunicación visual es un diseño que no pasa de moda, sí que hay un gran porcentaje de reciclaje en el día a día de un diseñador, por muy preparado que esté.

Las apps digitales, aquellos programas que nos bajamos de los markets (Google marketplace y AppStore) son nuevas oportunidades de especialización y de negocio en muchos casos.

Una app puede tener la característica de ser como el programa de un evento, de manera que a quienes visitan mi evento, les indico que se bajen la app en vez de incurrir en ingentes costes de impresión.

En el caso de un evento, la app se diseña com una página web, con su menú y su navegación básica. La app me permite recoger digitalmente toda la información de lo que pasará en mi evento.

Otro tipo de apps digitales son los kioskos de revistas, que me permitirán vender contenido. Este tipo de apps me permiten trabajar el contenido editorial enriqueciéndolo, de manera de agregar a mi publicación galerías de imágenes, fotos panorama, imágenes 360º, incrustar video, hacer scroll de texto, darle, en definitiva, a la experiencia de usuario, mucha más riqueza a la hora de presentar la información.

El mundo app digital está aún por explotar. Tiene características que interesan porque nos permiten emitir notificaciones push (las señales rojas que nos indican los mensajes que esa app tiene acumulados), de esta manera, puedo hacerme presente en la mente de mi prospecto.

Para determinadas estrategias de comunicación, por ejemplo si me dirijo a un público muy específico, el contar con una app “para facilitarle la vida” y que tenga toda la info centralizada sin tener que ir a la web, funcionan de maravillas. Son un canal directo con un público fiel.

Dentro de este contexto de hiper especialización, está claro que un diseñador solo no podrá con todo ni sabrá hacerlo todo. Es en estos momentos cuando es clave la red de colaboradores y el networking con que cuenta ese profesional y la calidad de esos contactos. A esta modalidad de trabajo yo la llamo WOD (work on demand), se trata de buscar al profesional adecuado para montar esos equipos según proyecto. Teniendo en cuenta que incluso en cada submundo (video, juegos, webs, apps) hay diferentes tipologías de proyectos, se tratará de saber escoger con lupa el colaborador que aporte aquello que no sé hacer y que además de la talla.

Todo lo antedicho hace evidente que nuestro capital social es, hoy día, tan importante como nuestro capital intelectual. Podemos ser muy buenos en lo que hacemos, pero hoy ya no podemos ofrecer el servicio solos y ahí es donde entran en juego habilidades y competencias como la comunicación asertiva, la empatía, el saber hacer equipo, el networking y la organización.

Nada de todo esto era necesario hace 20 años cuando te preparabas para ser diseñador. Nuevas épocas traen nuevos desafíos, y bienvenidos sean.

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